CAPÍTULO 31 - SEDUCCIÓN PERVERSA

Robert quedó sin palabras, pero no le tomó mucho tiempo cambiar su expresión. En un abrir y cerrar de ojos, me miró con odio, y la forma en que miraba mi cuello me preocupó, temiendo que me estrangulara. Por un momento, me sentí aliviada de que mi padre hubiera contratado a un nuevo guardaespaldas q...

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