CAPÍTULO 32 - SEDUCCIÓN PERVERSA

Cuando Robert me miró fijamente por un segundo, pensé que iba a refutar mi acusación, pero siguió mirándome, y fue incómodo. Cuando permaneció en silencio y solo me miró, arqueé las cejas y le pregunté:

—¿No vas a decir nada?

—Solías gustar de mí cuando éramos más jóvenes —dijo, insinuando que hab...

Inicia sesión y continúa leyendo