CAPÍTULO 29 - LA AMANTE DEL CEO

—¡De acuerdo, lo escuché! Me acerqué a él y me senté en su regazo sin previo aviso. —¿Qué no puedes hacer, Dominic?

—¿Te gusta?— Como resultado, Dominic gimió para sus adentros, y no esperaba que sus manos se aferraran automáticamente a mi cintura delgada.

—¿Por qué me torturas así?— Preguntó, y no...

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