Capítulo 228

Frunciendo un poco el ceño – honestamente, no soy tan desastre en la cocina como todos ellos insinúan – me acomodo junto a Janeen. Ella se inclina y me da un gran beso sonoro en la mejilla y yo me río, pero incluso mientras la empujo, ambas sabemos que todo está perdonado. No hay nada que perdonar, ...

Inicia sesión y continúa leyendo