Capítulo 235

El Don se recuesta en su silla, sus cejas blancas casi alcanzando la línea de su cabello. Y luego ríe, sorprendido y complacido.

Me enderezo y respiro hondo, sabiendo que ahora estamos en el meollo del asunto. Y creo que acabo de ganar bastante crédito. Don Bianci no es alguien que esté acostumbrad...

Inicia sesión y continúa leyendo