Capítulo noventa y tres

Calidez. Eso era todo lo que podía sentir. No una calidez física, sino una calidez interna, algo que se extendía uniformemente por todo el cuerpo de Ellie y la ponía en paz. Una luz suave danzaba a través de sus ojos cerrados, y Ellie podía sentir la hierba suave debajo de ella. Le recordó los lugar...

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