Capítulo 25

—¿Quieres que te lleve? —preguntó él.

—No.

—No seas terca. Sube al coche.

—No —repitió ella, aunque la idea de todo ese confort con aire acondicionado era demasiado tentadora—. Vete. No quiero hablar contigo.

—Si no subes, me veré obligado a aparcar y caminar contigo. Entonces seremos dos los mi...

Inicia sesión y continúa leyendo