Capítulo 52

Estoy sentada en una de las sillas de su enorme sala de conferencias acristalada y no puedo dejar de temblar. La maldita sede es mucho, mucho más grande de lo que pensaba. Dieciocho pisos completamente utilizados, revestidos de vidrio y acero, y amueblados con roble pulido y mármol.

Me siento absol...

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