Fuera de nuestras manos

—¡Oye! Cuidado, imbéciles.

Paige hervía de rabia ante la falta de decoro de los guardias mientras levantaban el cuerpo inerte de Sebastián del suelo y lo colocaban en una camilla. Una de las manos del guardia resbaló al comenzar a levantar la camilla, haciendo que el lado izquierdo de Sebastián se ...

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