Capítulo 159

La guardería resplandecía con la suave luz de la mañana, que se colaba por las ventanas arqueadas y pintaba rayas doradas sobre las pieles. Alaric se retorcía en un taburete bajo, sus pequeñas orejas de lobo moviéndose con cada resoplido impaciente.

—No quiero trenza —declaró, con los brazos cruzad...

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