Capítulo 277

El interior de la clínica olía a menta fría y salvia aplastada—antiséptico del viejo mundo envuelto en calma moderna. Una iluminación suave iluminaba un pasillo de puertas de vidrio esmerilado, con sigilos parpadeando tenuemente en sus superficies, como si las paredes mismas estuvieran observando.

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