Capítulo 75

Dimitri sonrió con malicia, inclinando la cabeza mientras se apoyaba en el borde de la mesa de Lucan. Sus ojos celestes brillaban bajo el tenue resplandor carmesí de las linternas de El Velo Rojo.

—Lucan —murmuró, su voz como seda sobre acero—. Me conoces lo suficiente para entender que nunca cambi...

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