Capítulo 35. Tengo hambre de ti.

Un cosquilleo recorrió el cuerpo de Alessandra, cuando la mano de Marcelo le acarició la columna con la yema de sus dedos y pegó sus caderas a la perfecta curva de sus nalgas.

—Buenos días, mi dulce de maní —la saludó, rozando su oreja, mordiendo su lóbulo, haciendo que ella se estremeciera.

—Buen...

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