capítulo 187

La envidia ardía en mi pecho como ácido, devorando mi compostura con cada minuto que pasaba. Había intentado concentrarme en otros asuntos, evitando deliberadamente cualquier conversación con Davlon sobre su ridículo proyecto de parque temático, pero Sebastián no lo permitía.

—Estás siendo infantil...

Inicia sesión y continúa leyendo