Capítulo cuarenta y ocho

Capítulo Cuarenta y Ocho

—¡Annabelle, no me dijiste que tu hermana venía ni que tenías una!— Juliana me gritó mientras nos poníamos las camisetas.

A veces era tan dramática que me mataba. Sin embargo, no le dije que Tara estaría aquí porque yo misma no lo sabía. Fue en el último minuto duran...

Inicia sesión y continúa leyendo