Capítulo 28 Sombras y juramentos

El eco de las sirenas se fue apagando mientras nos refugiábamos en un edificio abandonado, una antigua fábrica de acero que olía a humedad y óxido. El silencio era apenas interrumpido por las gotas de agua que caían desde el techo corroído. Mi corazón aún latía desbocado, como si no quisiera acep...

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