Capítulo 33 El filo de la verdad

El amanecer pintó el cielo de un rojo anaranjado que parecía sangre extendida sobre las nubes. Yo no había dormido. El roce de Matteo en mi mano seguía ardiendo en mi piel, y la mirada de Raffaele, fría y penetrante, me recordaba que no estaba sola ni en mis pensamientos más ocultos.

Marco desper...

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