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JULIA

— Sigue —susurré—. Observa cómo Rose vuelve a correrse y hazlo tú también. El demonio en su hombro, incitándola a ser una desobediente zorra.

Exactamente igual. Un orgasmo silencioso, indetectable. Sin más retorcimientos, sin inhalaciones repentinas, sin sonidos, solo su coño palpita sobre m...

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