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Mi alarma sonó y me estiré. Los ojos de Zoe se abrieron junto a mí.

—Tus esclavas me dijeron que te gusta empezar el día con una buena mamada —dijo ella—. Debo darte una.

Me reí.

—Ellas te dirían eso. Me encantaría una buena mamada y, según recuerdo de la que me diste bajo la mesa, las tuyas son ...

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