Capítulo treinta y dos

Mei:

Agujas frías recorrieron mi cuerpo, sacándome del oscuro velo de la inconsciencia. Lentamente abrí los pesados párpados, cegada instantáneamente por la brillante habitación iluminada, sintiendo el calor tocar mi mejilla helada. El aroma a lino fresco y miel llenó mis fosas nasales, dándome cue...

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