Capítulo 41 PRISIONEROS

La puerta de la oficina se abrió de golpe.

Era ella: Graciela, irrumpiendo como un huracán con el pequeño Sebastián en sus brazos. Luciana retrocedió de inmediato; cada fibra de su cuerpo se tensó, como si una corriente eléctrica la hubiera atravesado.

Graciela entró como siempre: impecable, envuelt...

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