Capítulo 338 La persuasión de Amelia

Amelia asintió, notando que los coches delante encendían sus faros. Miró hacia el cielo y murmuró:

—Parece que va a llover. ¿Quieres comer algo fuera o ir a casa?

Dios mío, Amelia ni siquiera dijo "mi" casa, solo "casa", haciéndome dar cuenta de que todavía no había renunciado completamente a la i...

Inicia sesión y continúa leyendo