Capítulo veintisiete

Me desperté con unas manos sujetándome firmemente por la cintura. Intenté zafarme del abrazo de Constantine, pero fue en vano.

Algo me estaba pinchando en el trasero.

—Deja de moverte, acabas de despertar al pequeño dormilón —dijo con su voz matutina, que sonaba tan profunda.

—Necesito ir al baño...

Inicia sesión y continúa leyendo