Capítulo treinta y uno

—Mi petardo —dijo mi padre—. Ha pasado un tiempo, me abandonaste. Pareces una adulta lista para casarse. Lo abracé fuertemente. Honestamente, he extrañado tanto a mi papá, me pregunto qué me impidió visitarlo todo este tiempo.

—Te he extrañado mucho, papá —las lágrimas amenazaban con salir de mis o...

Inicia sesión y continúa leyendo