Capítulo cuatro

POV de Constantine

¿Qué pasó exactamente en el ascensor antes? ¿Por qué actué así? Hay algo en esa chica que me vuelve loco. No entiendo por qué no puedo dejar de ver sus ojos o de pensar en ella. Hay algo en Eulalia que no puedo sacar de mi cabeza, no sé si son sus ojos, la forma en que me llaman, o su sonrisa.

Mi teléfono empieza a sonar y el identificador de llamadas muestra a Larissa.

¿Por qué me está llamando de nuevo esa loca? ¿No entiende que fue algo de una sola vez?

—¿Por qué demonios estás molestando mi teléfono? —le grito.

—Hola, cariño, ¿no me extrañas? —pregunta con esa voz irritante que me saca de quicio.

—Claire, tuvimos una aventura de una noche, no fue nada serio, así que deja de llamar para molestarme —digo su nombre mal a propósito, para fastidiarla.

—Es Larissa, pedazo de... —empieza a decir, pero no la dejo terminar, corto la llamada.

Dejo el teléfono y voy a buscar un vaso de agua cuando empieza a sonar de nuevo. Me acerco furioso y sin mirar el identificador de llamadas.

—Te dije que dejaras de llamar, Larissa.

—¿Quién te amargó el desayuno? —escucho la voz de mi molesto hermano menor.

—Chase, ¿por qué me llamas ahora? ¿Qué quieres?

—¿Ya no puedo llamar a mi hermano mayor?

—No dije eso, sé que me llamas porque necesitas mi ayuda con algo.

—Está bien, está bien, me atrapaste. ¿Puedo quedarme en tu casa por unas semanas? Mamá y papá están encima de mí, quieren que deje de ir a fiestas y de llevar chicas a casa, y no es mi culpa que organice buenas fiestas y que todas las chicas quieran un pedazo de mí. Estoy buenísimo, por cierto, ¿quién no querría un pedazo de esto?

—Huir no es la respuesta a tu problema, pero puedes quedarte en mi casa solo por una semana.

—¡¿Una semana?! Eso no es suficiente, por favor, Consta, tienes que ayudarme.

—Está bien.

—Gracias, gracias, te veré cuando vuelvas del trabajo.

Habían pasado horas desde que estaba trabajando y ya se había hecho tarde. Decidí irme a casa porque ya era tarde. Revisé la oficina de Eulalia porque vi la luz encendida y ella todavía estaba allí.

—Vete a casa, ya es tarde —le digo con firmeza.

—Sí, señor —responde con una voz suave.

Entro al ascensor y voy al garaje. Conduzco y espero afuera de la empresa. Una vez que sale, la observo hasta que entra en un taxi y sigo el taxi hasta que llega a su casa a salvo antes de regresar a la mía.

Cuando llego a casa, me quito el abrigo y entro para encontrar a mi hermano con una chica en la sala. La señora Wilson debe haberse ido a casa para que ellos estén en eso en la sala. Toso para alertarlos de mi presencia. Chase se da vuelta y me ve, empuja la pierna de la chica de su hombro y se levanta.

—Hola, hermano —me saluda Chase limpiándose la mancha húmeda de la boca con una sonrisa burlona. Sacudo la cabeza y voy a la cocina; él me sigue.

—Lo siento, no sabía que llegarías temprano hoy —dice rascándose la cabeza.

—Tienes suerte de que fui yo quien entró y los vio. Sabes que mamá tiene llaves de mi casa, ¿verdad?

—Ni siquiera quiero pensar en lo que habría hecho si hubiera entrado y me hubiera atrapado, además del hecho de que me escapé de casa, estaría muerto —dice con los ojos bien abiertos, era tan gracioso.

—Buenas noches, tuve un día largo y me gustaría descansar. Te veré en la mañana —me alejo de él y voy a mi habitación.

Me quito la ropa y entro a la ducha para lavarme. Mientras el agua cae por mi cuerpo, los recuerdos de lo que pasó hoy cruzan por mi mente y me doy placer hasta que exploto. Al llegar al clímax, son sus ojos los que veo.

Mi teléfono empieza a sonar y me despierto adormilado.

—Hola, buenos días, señor. Soy Eulalia, llamo para informarle sobre su reunión programada para las once con el grupo M&G, llamaron esta mañana.

—Estaré allí en la próxima hora y quiero los detalles de la reunión en mi escritorio en cuanto llegue al trabajo —digo con un tono severo.

—Está bien, señor, ¿hay algo más que... —corto la llamada antes de que pueda decir algo más.

No debería haber hecho eso, es tan grosero e innecesario, pero solo sacudo la cabeza y voy al baño a cepillarme y prepararme para el trabajo.

Bajo las escaleras y hay un aroma dulce. Camino hacia la cocina y veo a mi hermano preparando el desayuno; al menos es útil, pienso para mí mismo.

—Buenos días, hermano. Hice el desayuno —Chase es en realidad un buen cocinero, pero solo se dedica a cocinar cuando está de buen humor.

—¿Qué estamos celebrando?

—Recibí un correo electrónico anoche después de que te fuiste a la cama —dice sonriendo pícaramente—. Me aceptaron en la Escuela de Artes —dice en voz alta.

—Es una buena noticia, me alegro por ti. Ahora finalmente puedes ir a la escuela y dejar de ser una plaga —le digo mientras muerdo el sándwich.

—Eso no es justo —frunce el ceño.

—Estoy bromeando, estoy orgulloso de ti. Siempre has querido ir a la Escuela de Artes.

—¿Cuándo se lo vas a decir a mamá y papá?

—Creo que más tarde en la noche, pero voy a celebrar esta noche con mis amigos.

—Diviértete, yo me voy al trabajo, y mantente alejado de mi sala —grito mientras salgo de la casa.

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