Capítulo cinco

Voy a trabajar temprano al día siguiente y cuando llego a la oficina empiezo a trabajar en los archivos que mi jefe me había dado el día anterior.

Mientras estoy trabajando, recibo una llamada del grupo M&G diciendo que les gustaría tener una reunión con mi jefe a las once. Parecía que la asistente anterior había estado tratando de concertar una cita antes, pero la habían estado cancelando, así que acepté para las once porque Constantine no tenía ninguna cita a esa hora.

Decido llamarlo para informarle, ya que no sabía cuándo vendría a trabajar hoy. El teléfono sonó por un rato antes de que finalmente contestara.

—Hola, buenos días, señor. Soy Eulalia. Llamo para informarle sobre su reunión programada para las once con el grupo M&G. Ellos llamaron esta mañana.

—Estaré allí en una hora y quiero los detalles de la reunión en mi escritorio inmediatamente cuando llegue al trabajo —dice con un tono severo.

—Está bien, señor. ¿Hay algo más que necesite...? —empiezo a decir, pero el imbécil termina la llamada. Es tan maleducado, grosero y tan mezquino. No sé por qué evoca tantas emociones fuertes en mí, me saca de quicio.

—¿Estás bien? —me doy vuelta y veo a Jason mirándome preocupado. Ni siquiera noté cuándo entró.

—¿Cuándo llegaste?

—Toqué la puerta y la abrí, y estabas frunciendo el ceño y apretando la mano como si estuvieras aplastando algo.

—Estoy bien, estoy bien —sonrío torpemente.

—¿Necesitas algo? —le pregunto tratando de cambiar el tema.

—Sí, hay unos archivos que el señor Rodríguez necesita firmar.

—Está bien, dámelos. Me aseguraré de que los firme una vez que esté en su asiento —tomo los archivos de él y empezamos a hablar de muchas cosas y a reírnos, hasta que la puerta se abre y Constantine entra.

—No les pago a ambos para coquetear durante las horas de trabajo —dice con las fosas nasales ensanchadas, todos podíamos sentir la ira que emanaba de él. Jason se apresura a salir de mi oficina.

—Señor Philips, la próxima vez que lo vea holgazaneando en lugar de hacer el trabajo por el que le pago, será despedido —advierte Constantine a Jason, y Jason sale apresuradamente de mi oficina. Constantine se vuelve para mirarme.

—Él vino a traerme archivos que necesitan su firma, señor. No estábamos coqueteando —trato de explicar.

—¡A mi oficina, ahora! —dice y sale.

Voy a su oficina, toco una vez y entro.

—Cierra la puerta detrás de ti —camino lentamente hacia la puerta y la cierro.

¿Qué quiere hacerme este hombre? Me va a matar y nadie lo va a saber. Voy a extrañar a mi papá y a mis hermanos, aunque a veces me molestan, los quiero mucho. Estoy tan muerta.

—Ven aquí —camino hacia él con mucho miedo. Cuando estoy muy cerca de él, me agarra la mano, me da la vuelta y me inclina sobre su rodilla. Todo sucedió tan rápido que antes de que pudiera decir algo, me bajó la falda y las bragas, dejando mi trasero al descubierto, y lo siguiente que escucho es un golpe.

Primero hubo dolor, luego se convirtió en una sensación de cosquilleo que bajó directamente a mi núcleo y no supe cuándo dejé escapar un gemido muy fuerte, estaba tan avergonzada. Me dio tres nalgadas más y mordí mi mano para evitar gemir de nuevo.

—Pequeño ángel, quiero escuchar esos dulces sonidos, deja de morderte las manos —me da otra nalgada, me levanta y me pone sobre su escritorio. En ese momento, todos los pensamientos cuerdos se fueron por la ventana y quería cualquier cosa que este hombre sexy me diera. Me mira con esos ojos penetrantes y me sonríe con malicia. Maldita sea, este hombre realmente está tratando de matarme porque, ¿qué demonios es toda esta sensualidad?

—Quítate la falda y las bragas —dice mirándome de una manera que me hizo sentir calor por todo el cuerpo. Estaba en shock, realmente quería saber qué estaba pasando por su mente. Lo pienso, ¿debería ponerme la ropa correctamente y volver a mi oficina o debería mandar al diablo todas esas éticas y ver a dónde lleva esto? Después de un rato, me quito la falda y las bragas, él agarra mis piernas hasta que estoy al borde de su escritorio, mi coño estaba abierto para que él lo viera. Constantine lame un rastro desde el costado de mi pie hasta mi núcleo, muerde mi clítoris con sus dientes y casi exploto. Esto no era nuevo para mí, pero había pasado mucho tiempo desde que alguien me hizo sentir así.

—Consta —gimo en voz alta sin importarme que alguien me escuche, él lame mi clítoris y empieza a hacer sonidos de succión como si estuviera disfrutando su mejor comida. Chupa mi clítoris, luego empieza a follarme con su lengua, este hombre hace magia con su lengua.

—Ohh ohhh uuhhh —gemí y él no se detuvo, siguió succionando y cuando miré hacia abajo y mis ojos se encontraron con los suyos, empezó a follarme con un dedo, era tan intenso que añadió dos dedos y no pude soportarlo más, incliné mi cabeza hacia atrás y me corrí en sus dedos. Constantine lamió mis jugos de sus dedos y acercó mi cabeza para besarme, podía saborearme en su boca y no podía ni siquiera explicarlo. Me jaló sobre su regazo y me besó con tanto control, se sentía como si hubiera una advertencia en el beso, nunca me habían besado así antes.

—La próxima vez que te escuche coqueteando con otro hombre que no sea yo, te daré una nalgada tan fuerte que no podrás sentarte bien —me dice con sus labios en mi oído.

—No estábamos coqueteando, te lo he dicho antes, simplemente no quieres escuchar —digo rodando los ojos.

—Pequeño ángel, cuida cómo me hablas, no querrás no poder sentarte o caminar bien —dice Constantine con un brillo en los ojos.

Bajo de su escritorio y me arreglo la ropa y el cabello para poder volver a mi oficina.

Capítulo anterior
Siguiente capítulo