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“Vamos a emborracharnos un poco, cariño,” susurro en voz alta, lo suficiente para que la pareja sentada cerca nos escuche. “Quiero atarte al cabecero esta noche y ponerte a trabajar.”

Hay un destello peligroso en sus ojos, un desafío. Pero toma el vaso y se bebe el whisky de un trago. Hago lo mismo...

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