53

Solté otra carcajada.

—¡No puedes quedarte ahí parada! —acusó Maisie.

—¿Por qué? —negué.

—¡Tenemos que prepararte! —exclamó.

—Oh… —comencé. —Solo iba a ponerme unos pantalones y una camiseta.

—No seas ridícula —respondió, señalando con el dedo de manera pretenciosa—. Puedes ponerte algo de la r...

Inicia sesión y continúa leyendo