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Pero me sentía pegada al lugar. Estaba jodidamente petrificada.

Más que nunca, estaba tan jodidamente avergonzada de mí misma. Me sentía tan jodidamente rígida.

—Esto te enseñará a ti y a tu familia a no joder con la Mafia Rusa —dijo el puertorriqueño en voz baja, abofeteando al hombre chino en la...

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