77

Suspiré, sintiendo que mis ojos se llenaban de lágrimas.

—Por eso nunca voy a conseguir una maldita novia —murmuró Arturo—. Las mujeres son complicadas como el demonio.

—Dímelo a mí —solté—. No solo me dijo todas esas cosas… ¡sino que la vi coqueteando con un desconocido en el centro comercial hoy...

Inicia sesión y continúa leyendo