85

—¡Mierda!—gruñó, mientras sus manos seguían frotando arriba y abajo mi trasero, empujándome aún más cerca hasta que no había espacio entre nosotros. Deslizó sus dedos en mi boca y los chupé, gimiendo y sollozando mientras comenzaba a dejar besos húmedos en mi cuello, lamiendo, chupando y mordiendo m...

Inicia sesión y continúa leyendo