96

—¡No puedes prohibirme la entrada, vine aquí a pasar la noche con amigos!—le disparé a Donte.

—Supongo que tendrás que encontrar otro club al que ir entonces—Donte sonrió con suficiencia—. Muñeca—añadió con una voz profunda y ronca.

—¿Y por qué me estás dando cuarenta mil dólares?—pregunté, atónit...

Inicia sesión y continúa leyendo