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—Si no te molesta que lo diga —comenzó tímidamente—, eres hermosa.

Solté una risita nerviosa. No pude evitarlo.

—Gracias —sonreí, con las manos en las caderas.

Tenía la sensación de que sabía a dónde iba esto. Porque cuando un desconocido te detenía en la calle para halagarte, generalmente signif...

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