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Las lágrimas rodaban por mis mejillas y no podía contenerlas. Mis muros se estaban derrumbando. Mis emociones a flor de piel. Expuestas a Donte.

Como si él estuviera viviendo mi pesadilla conmigo.

—¡Ese maldito bastardo!— rugió Donte, con una voz escalofriante que no reconocí y que me hizo sobresa...

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