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—¡Basta! —dije pretenciosamente—. Si sigues burlándote de mí así, nunca terminaremos el trabajo.

Ella se rió.

—No uses atuendos sexys como ese cerca de mí la próxima vez, muñeca.

—¿Qué puedo decir? —rió—. Tal vez me gusta que me castigues.

Tosí ruidosamente, rogándole a mi cuerpo que dejara de e...

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