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Entré a la casa de un golpe, derribando la puerta con toda la fuerza que tenía dentro de mí.

—¡¿ZAFIRO?! —grité—. ¡¿ZAFIRO?! ¡¿ESTÁS AQUÍ?!

Estaba desesperado. No podía verla en ningún lado. Todo estaba vacío y desierto, y podía sentir el miedo y la rabia apoderarse de mi cuerpo. Tenía que estar a...

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