40

—Gracias, cariño —suspiró Donte. Pude notar que se sentía aliviado, pero mi estómago se revolvía porque sabía que era mi turno de abrirme con él también—. Ahora te toca a ti.

Sentía mi corazón latir con nerviosismo. No sabía qué demonios hacer. Él estaba aquí... Siendo honesto conmigo.

Pero sabía ...

Inicia sesión y continúa leyendo