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Me dirigí a la puerta de su apartamento.

—¿Hola, Maisie? —llamé—. ¿Estás?

Maisie abrió la puerta, sonriendo.

—Hola, chica —me saludó.

—Perdón por irrumpir así —suspiré, agotada—. Pero realmente necesito hablar contigo.

Apenas podía contener mi emoción. Quería contarle todo.

Ella se rió en resp...

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