59

Estaba en la maldita cárcel.

—Debí haber sabido que había algo sospechoso con esa perra desde el principio —escupió Iglesias amargamente—. Ahora vamos a tener que crecer sin un maldito hermano.

—Ni siquiera yo tenía idea… —Pedro suspiró exhausto—. Ella lo engañó tan bien. ¿No hay nada que podamos ...

Inicia sesión y continúa leyendo