69

—Curioso cómo cambian las cosas. Ruega por tu vida, hijo de puta —me burlé—. O te vuelo las tripas aquí mismo.

Le quité la otra pistola que tenía en el bolsillo del pantalón, haciéndola deslizarse hasta el otro lado de la habitación. Seguí golpeándolo sin piedad, necesitaba que sufriera. Necesitaba...

Inicia sesión y continúa leyendo