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—¿Qué estás mirando? —comentó ella—. Sé que me veo gorda, pero no hay necesidad de echar más sal en la herida. Las chicas me hicieron usar este vestido esta noche.

Cruzó los brazos incómodamente, de repente luciendo molesta, y borró la sonrisa de su rostro.

—Vamos, dilo de una vez —gritó—. Llámame...

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