35

—Volvamos a mi casa —sugirió él—. Tengo un balcón con vista al horizonte de la ciudad.

—Suena perfecto —sonreí.

Él me devolvió la sonrisa—. Entonces, está decidido.

Aceleró el coche, permitiéndose conducir más rápido, y pude sentir mi corazón latir con fuerza, porque sabía que todo iba a salir a ...

Inicia sesión y continúa leyendo