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—Sin ofender, pero ¿quién demonios eres tú?—dije con desdén, mientras Carmen se frotaba la barbilla, sumida en sus pensamientos—. Este no es un buen momento. No puedes simplemente irrumpir aquí sin una cita.

—Ahora escúchame, mocoso—dijo el hombre con furia—. He escuchado todo. Sé exactamente lo qu...

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