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Brett exhaló un suspiro y luego se tomó la cabeza entre las manos.

—Maya, sabes cómo es Hazel —dijo, exhausto, con la voz cargada de veneno y amargura—. ¡Es una perra desesperada! ¡Apareció en mi apartamento sin avisar y se lanzó sobre mí! ¡Yo no hice nada!

—Ya no sé qué creer —respondí miserablem...

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