31

Y la verdad era que podía sentirlo.

Lo deseaba tanto como él me deseaba a mí.

Todo mi cuerpo se encendió con solo su mano sosteniendo mi cintura.

No podía ni siquiera pronunciar palabra mientras sentía que mi respiración se entrecortaba en mi garganta.

—Te he deseado desde que entraste en mi ofi...

Inicia sesión y continúa leyendo