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Quería aprovechar al máximo esto mientras durara.

Donte me levantó la barbilla para que lo mirara, sacándome de mis pensamientos.

—¿Entonces, qué dices? —preguntó—. ¿Te recojo en tu casa mañana? Digamos a las siete.

—Me encantaría —me sonrojé—. Tengo muchas ganas de conocerte mejor, señor Abruzzi...

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