Capítulo IV

Han pasado dos meses y me siento mejor que nunca. Encontrar un entrenador y un nutricionista fue lo mejor que pude haber hecho. Ahora podía caminar y salir sin tener que depender de mi prima para nada. Ella se había puesto muy irritable cuando le pedía que me recogiera algo, y después de la última vez simplemente dejé de pedirle. Era más problema para ella que intentar hacerlo yo misma. Mientras recuperaba mi fuerza, me puse a trabajar en mi educación y terminé la preparatoria en un mes, lo cual fue sorprendente porque me habían dicho que iba a ser muy difícil. Aun así, al haberlo terminado y al mirar universidades en línea, finalmente sentí que estaba poniendo mi vida en orden.

Mirando por la ventana de la casa de mi infancia, debato si debería conseguir una casa nueva o no. Solo mirar estaría bien. Podría no encontrar nada en absoluto. Decidiendo solo mirar, me visto con unos jeans ajustados de lavado oscuro, una camiseta negra, una camisa morada con botones y un chaleco negro, y botas hasta la rodilla. Mis piernas todavía se sentían frías de vez en cuando, así que me aseguré de protegerlas contra los vientos de la costa. Trenzando mi cabello, agarro mi casco y salgo hacia mi Ducati 1299 Panigale 2015 en un brillante color púrpura mármol. Me encantaba y había estado practicando con ella durante un par de semanas con un permiso de aprendiz. Ahora me sentía cómoda en la moto y hacía pequeños viajes para familiarizarme con el área. Loleta es una hermosa ciudad costera con casas antiguas y siempre ventosa. Podía escuchar el aire del océano aullando detrás de mi casa por la noche, con el viento soplando a través de los árboles. Aunque vivía a un par de millas fuera de la ciudad, aún hacía el esfuerzo de salir.

Subiéndome, la enciendo y salgo a la calle rumbo a la ciudad. Sin prisa, tomo el camino largo por la autopista 101 hacia la ciudad. El aire fresco que pasaba a mi lado me hacía sentir viva mientras cruzaba hacia el restaurante más cercano. Era un bar restaurante llamado Zima's Tavern, parecía un bar de motociclistas.

Estacionando mi moto, me quito el casco, lo coloco en el asiento y entro porque estaba hambrienta. Parecía un lugar agradable con un ambiente de roadhouse de los años 80. Me acerqué a la barra y tomé asiento.

El camarero me preguntó qué quería beber y pedí una limonada de fresa porque aún no tenía tolerancia al alcohol. Fue a prepararla y miré el menú, decidiendo pedir una hamburguesa con queso y tocino, papas fritas tipo waffle y una ensalada. Cuando regresó con mi bebida y tomó mi pedido, parecía un poco sorprendido, se rió y luego fue a colocar mi orden. El patio estaba abierto, así que me dirigí al lugar más sombreado. El único problema era que había un motociclista muy atractivo sentado allí, luciendo aburrido, pero observando a la multitud.

No queriendo sentarme al sol, me acerco y pregunto:

—¿Hay alguna posibilidad de que pueda sentarme aquí contigo? Me quemo fácilmente incluso cuando uso protector solar.

Él me miró de arriba abajo como un hombre estudiando una obra de arte, lo cual puso mis nervios a flor de piel. Ahora mirándome a los ojos con una mirada depredadora, pregunta:

—Asiento libre —y señala la silla que estaba en la sombra.

—Gracias —sonriendo, me siento y coloco mi limonada y mi cartera/teléfono en la mesa. Él continuó mirándome, luego escaneó el patio y volvió a mirarme. Cada vez que me miraba, podía sentir las partes de mi cuerpo que estaba observando cobrar vida. Nunca había tenido estos sentimientos antes, y después de vivir varias vidas, uno pensaría que el alma recordaría algo.

Recostándome, observé el paisaje mientras esperaba que llegara mi comida. Distraerme de este hombre era casi imposible, así que giro la cabeza y pregunto:

—¿Estoy interrumpiendo? No quiero molestarte si estabas esperando a alguien.

Él parecía sorprendido por mi comentario repentino.

—No te habría dejado sentarte si me estuvieras molestando. También mencionaste que eres sensible al sol —dijo con un acento que parecía una mezcla de campo y ruso. Solo decir dos palabras no daba el efecto completo de su voz porque cuando hablaba, todo mi mundo parecía centrarse en él.

Sonriéndole, levanté mi mano para estrechar la suya diciendo:

—Por cierto, mi nombre es Laura Witlock.

Él estrecha mi mano y dice:

—Me llamo Jasper, pero todos me llaman Strings.

—Bueno, entonces yo también te llamaré así si no te importa, Strings —dije mientras llegaba mi comida. Se veía bien y Jasper me miraba escéptico diciendo:

—¿Estás segura de que puedes comer todo eso?

—¿Por qué, quieres compartir mi almuerzo? —pregunto comiendo una papa frita tipo waffle y gimiendo por su sabor. Si no tenía hambre, ahora seguro que sí, porque procedió a girar mi plato y cortar la hamburguesa por la mitad, tomando una para él.

—La comida aquí es genial, mi hermano es el chef y le encanta cocinar para todos —dijo Jasper tomando un bocado de la hamburguesa. Por alguna razón, solo la forma en que comía me tenía tan fascinada con sus acciones que apenas mordisqueaba mis papas fritas.

—Deberías comer más que las papas, cariño, o podrías tener malestar estomacal —dijo terminando su mitad. Sacudiendo la cabeza, continúo comiendo mi comida mientras él tomaba la otra mitad de mis papas fritas. Me observó todo el tiempo asegurándose de que comiera cada bocado de esa hamburguesa. Lamiendo los jugos de mi pulgar, Jasper se movió en su asiento, inclinándose hacia adelante y alcanzando mi limonada. Bebiendo casi toda, llamó a la camarera y pidió un relleno. Empezando con mi ensalada, él tomó una servilleta y me limpió un lado de la boca diciendo:

—Tenías una gran mancha de salsa en la boca.

Sonrojándome por el contacto, susurré un gracias y terminé mi ensalada.

—Gracias por el almuerzo. No te preocupes por la cuenta —dijo y entró al restaurante. Sin entender lo que acababa de pasar, agarro mis cosas y entro para preguntarle qué demonios, pero no lo vi por ningún lado. Pensando que podría estar afuera, salgo y veo una moto alejándose por la carretera. ¿Qué demonios fue eso? pensé, de pie junto a mi moto, preguntándome si dije algo mal.