Capítulo 30 Latidos cardíacos

Jack, ya en el asiento del conductor, miró a Alison, molesto consigo mismo por haberse distraído. ¿Y qué, si era ella?

Ya había tenido su venganza.

Ahora eran extraños.

—No gracias. Adiós.

El Lamborghini rugió al encenderse y atravesó la intersección, dejando atrás su breve respuesta y a Alison de p...

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