Capítulo 6 Una entrada espontánea al baño

La mano de Alison se estremeció al escuchar su voz. La sábana ensangrentada se sentía como una bomba de tiempo, su corazón latía con fuerza ante la idea de ser descubierta.

—¿Por qué... por qué terminaste tan rápido?

—Es tu turno. Ya que estás despierta, ve a limpiar. Deja la sábana—mañana el personal se encargará de eso.

—No... está bien. La llevaré yo misma a la lavandería.

—Emily, más te vale comportarte. Ya no soy tan blando como antes. ¡Dúchate ahora! Estoy cansado y necesito un masaje.

La orden abrupta de Jack la hizo estremecer, su voz temblaba —V-voy...

En su prisa, dejó caer la sábana. Jack se tumbó en la cama, observando cómo ella huía hacia el baño.

—Mírate, ¿pretendiendo ser tímida? Lo he visto todo—muchas veces. Esto es raro. Pareces más vergonzosa ahora. La provocó, aunque una chispa de suavidad cruzó sus ojos mientras la veía irse.

Encendió un cigarrillo, inhalando profundamente. Nada mejor que esto, pensó, mientras encendía el encendedor. Luego su mirada cayó al suelo—la sábana, manchada de rojo oscuro.

¿Qué diablos...?

Arrancó la tela, mirando la mancha de sangre. Confusión revoloteaba. Con el cigarrillo colgando de sus labios, se dirigió a la puerta del baño.

Pero Alison la había cerrado con llave.

—¡Emily, abre! Jack gritó, juntando pequeñas pistas. ¿Podría no ser Emily? Pero el parecido era notable.

—Estoy... bañándome, llamó Alison débilmente.

—Lo sé. ¡Abre ahora! Golpeó la puerta, listo para patearla.

—¿Q-qué quieres? Su voz era diminuta, cruda de miedo.

—Solo hablar. La mente de Jack giraba. ¿La había lastimado? Había lanzado insultos, pero nunca daño físico. Extrañamente, cuanto más cruel hablaba, más quería protegerla.

Alison se envolvió en una toalla, escondiendo cada centímetro, luego forcejeó con el pomo, el temor anudando su estómago. En su mundo, ella era un conejo en una trampa.

Se parecía a Emily, pero tenía una dignidad tranquila, nada como la imprudencia descarada de Emily.

—¿Quién eres? soltó, sospecha centelleando en sus ojos. ¿Había estado con una extraña todo este tiempo?

Los dedos de Alison temblaron, pero enterró su pánico. Forzó una sonrisa, su voz ligera —Soy Emily.

—¿De verdad? Los ojos de Jack se estrecharon, recorriéndola. Ella se encogió bajo su mirada—odiaba cómo la objetivaba.

Su mirada se detuvo en su pecho, frunciendo el ceño.

—Estás más delgada. ¿Y esto? Le lanzó la sábana manchada, exigiendo respuestas.

Con calma, se giró, sacando una toalla limpia del estante. Se envolvió con sensualidad deliberada, encontrando su mirada. El movimiento fue calculado, pero encendió el deseo en el estómago de Jack.

Le apretó la muñeca, los dedos hundiéndose.

—No me engañes. ¿Quién eres?

Ella lo miró, ojos claros e inocentes —Confía en mí. Soy Emily. ¿Contento ahora?

Su agarre era doloroso, un dolor que subía por su muñeca.

—No hasta que respondas mis otras preguntas.

—Está bien. Si insistes. Mis pechos... no he dormido con nadie en mucho tiempo. Algo ha cambiado. En cuanto a la sangre... dos opciones. No estoy segura cuál preferirías.

—Suéltalo, espetó. Sin la sábana manchada, nunca la habría perseguido aquí, perdiendo la calma.

—Una: cuando tu brazo golpeó mi cara, sangré; tal vez algo cayó en la sábana.

—Mentira. No hay suficiente sangre para eso.

Ella sonrió—la primera sonrisa de la noche, serena y sin esfuerzo, como si hubiera vislumbrado la vida y la muerte y encontrado ambos triviales.

—Dos: mi periodo terminó esta mañana. Estás viendo los restos.

Era una mentira plausible—el sangrado post-periodo era común. Alison silenciosamente alabó su rápida respuesta.

Tenía que ser Emily ahora. Aunque no tenía idea de la verdadera identidad de la mujer, no tenía otra opción que esconderse detrás de ese nombre para sobrevivir.

De lo contrario, no podía imaginar cómo sobreviviría tres meses en su cama, su vergüenza aumentando cada día.

El agua goteaba de su cabello, cada gota casi ahogada por sus respiraciones temblorosas.

Finalmente, su agarre se aflojó, pero el dolor persistía—un recordatorio agudo: este hombre era peligroso.

—Emily, murmuró, su voz ronca, tu historia es creíble, pero eres diferente. Dime—¿qué diablos te pasó mientras estabas fuera?

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