Capítulo 68: la hermana y la jauría

El amanecer llegó gris, como si el cielo supiera que mi casa ya no era mía. Caminé por los pasillos en silencio, escuchando los ecos de los pasos de mi propia sangre, temiendo que cada eco perteneciera más a Matteo que a mí.

Lucía.

Mi hermana, la niña que había jurado proteger incluso en medio de...

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